<<..porque tú eres tú, y yo
soy yo; y eso es maravilloso.>>
Dicen que ser diferente a los
demás está sobrevalorado, que la diversidad aleja más que une y sólo sirve para
establecer barreras. El redil que hay que seguir y del que no te puedes
desviar. ¿De verdad merece la pena?
Rechazamos todo aquello que no
nos encaja o se nos asemeja, damos la espalda a lo que difiere de nuestra
visión de la realidad. Quizá no somos valientes o no sabemos encarar lo
distinto, manteniéndonos en nuestra zona de confort en la que nos sentimos cómodos
(o eso creemos).
Un tono más alto que otro, un
color que resulta llamativo, un “no es mi estilo”, un salir de la monotonía, un
concentrarse en lo pequeño. La curiosidad que mató al gato, la bendita
curiosidad que nos permite aprender día a día y experimentar.
Y QUÉ MÁS DA, no se trata de
destacar, es ir mucho más allá. No importa cuánto se viva, si no la manera; el
verdadero secreto. Porque ser distinto no es ni más ni menos que ser tú.
Porque entre lo común y lo
especial, me quedo con lo segundo. Aquello que te queda tatuado, lo que te hace
ser único, la esencia, lo que muchos llaman “raro”. La actitud, la que marca tu
guía y tus días, y te hace mostrarte hacia los demás de esa manera tan
personal.
Diferente no es igual a bueno, es
cierto, pero es igual a novedoso. Novedad que hace que posemos nuestros ojos en
aquello que llama la atención, ¿y eso en definitiva no es bueno? No sé, quizás
sea yo…que pretendo buscar la originalidad en un mundo en el que cuando voy por
la calle toda la gente me parece igual.
Aprender a valorar lo distinto,
marcar diferencia, pero sobre todo…ser uno mismo.
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