“Existen varias clases de
hombres. Yo sólo conozco a unos: los comunes”.
¿Qué es lo “normal” o lo
“anormal” en esta sociedad? ¿Qué pasaría
si el mundo no fuera como es y la mayoría se convirtiera en minoría de
la noche a la mañana? Haber nacido con un sexo u otro te marca para siempre;
pero, ¿te tienes que comportar de una determinada manera por el simple hecho de
ser hombre o mujer?
En multitud de ocasiones la
masculinidad y la feminidad no se determinan por lo biológico sino por la
cultura, que asigna a hombres y mujeres respectivamente roles y estereotipos.
Desde que nacemos nos inculcan unos valores que digamos nos “hacen ser” de un
género o de otro. Si eres mujer debes jugar con muñecas, debes tener ordenada
tu habitación y ayudar en casa para en un futuro tener bien organizado el
hogar; mientras que si eres hombre tienes que jugar al fútbol y tienes que
formarte y trabajar para conseguir dinero.
A este respecto, la “Teoría Queer” rechaza la clasificación
de los individuos en categorías como “varón o mujer”, “heterosexual u
homosexual”; y por lo tanto no habría que confundir ser hombre o mujer con
tener una determinada orientación sexual. La heterosexualidad no sería una
tendencia natural de las personas, sino algo enseñado por la sociedad para
perpetuar un poder jerarquizado de hombres que someten a las mujeres para su
disfrute y provecho. La única forma de conseguir la igualdad entre hombres y
mujeres consistiría en modificar todos esos roles basados en estereotipos, hablando
de orientaciones sexuales de manera que cada uno pueda elegir lo que desee sin
tener en cuenta el propio sexo, pudiendo variar esa orientación cuando quiera.
En vez de dos sexos habría cinco orientaciones sexuales: mujer heterosexual,
mujer homosexual, hombre heterosexual, hombre homosexual y bisexuales. Todo
ello hace tener una visión mucho más abierta con respecto a los demás.
Si nos centrásemos en la iglesia,
ésta ha sido bastante tajante al respecto: el hombre y la mujer están hechos
para estar juntos, se dan en su totalidad uno al otro y como tal forman una
única unidad que se complementa a la perfección. Son capaces, por tanto, de
cubrir las necesidades fundamentales del otro. Salen de sí mismos para darse
mutuamente.
Pero, ¿Qué es lo que nos hace en realidad ser hombres o mujeres? ¿Cuándo nacemos, nacemos seres o nacemos
sexos? En realidad es todo un cúmulo de cosas. Es evidente que somos
diferentes, pero lo que debemos conseguir es la igualdad (la equidad) de lo
diferente, y eso es lo difícil.
Por otro lado, tampoco se puede
decir que algo sea típicamente masculino o típicamente femenino; está visto y
comprobado que hombres y mujeres poseen las mismas cualidades, simplemente unas
potenciadas más que otras. Lo que el ser humano en general debe hacer es
aprender de los demás (independientemente de si se es hombre o mujer), ya que
eso te hace tener una mayor formación y te realiza más como persona.
En definitiva, una persona será
hombre o mujer dependiendo única y exclusivamente de ella, de su visión y de
cómo se sienta consigo misma. Nadie te puede obligar a comportarte de una
determinada manera ni adoptar una determinada forma de actuar simplemente
porque por naturaleza deba de ser así. La sociedad evoluciona y debemos dejar
atrás todos aquellos estereotipos que son los que en cierto modo nos
diferenciarían a unos de otros. Generalizar no es bueno y sólo sirve para
establecer una línea entre lo que es “normal” de lo que no lo es.
Y tú, ¿qué opinas?
Nuestro fallo es que ponemos sexo a cosas que no lo tienen , colores, juguetes , deportes, música, libros, dibujos...
ResponderEliminarTotalmente cierto.
ResponderEliminar