Deseo, celos, obsesión, ganas,
emoción, ilusión, esa risa tonta, ese no parar de mirarle…..más ganas.
Amar es una de las experiencias
más extraordinarias que el ser humano puede experimentar, un arma de doble filo
que en ocasiones nos hace sufrir hasta límites insospechados, un quiero y no
puedo del que es imposible desprenderse pero sin el que no podríamos vivir.
Si lo analizáramos desde un punto
de vista filosófico es una virtud, científicamente se podría decir que es la
evolución del instinto, y como concepto global es puro sentimiento. Lo cierto
es que pasamos la mayor parte de nuestra vida en su búsqueda: búsqueda de algo
que irónicamente desconocemos, y que sólo cuando lo encontramos y lo tenemos
delante de nuestras narices sabemos definir. Como ese laberinto en el que por
mucho que te empeñes nunca encuentras la salida, y aún así lo sigues intentando
una y otra vez.
Encontrar a la persona indicada
se convierte entonces en más que un reto, siendo quienes lo consiguen verdaderos
afortunados. Poder disfrutar una tarde de su presencia es el mayor de los placeres;
y un paseo, una puesta de sol o una simple película con palomitas sólo cobra
sentido si está a tu lado. Sientes que no necesitas nada más, porque todo lo
que quieres lo tienes junto a ti.
Ese ideal al que todos aspiramos
y deseamos llegar no siempre es tan perfecto como aparenta ser, y es que hay veces
que el amor viene como un sueño y se va como una pesadilla. Quizá sea el hecho
de vivirlo tan intensamente y al límite lo que hace que todo sea tan especial;
aún cuando (y como si de Cenicienta se
tratase) después de todo la carroza sea una calabaza, el vestido soñado harapos,
y ese príncipe azul no sea tal.
Os invito a que abráis los ojos y
descubráis que el amor va más allá de una simple búsqueda, el día que nos demos
cuenta de ello tendremos gran parte del camino recorrido.
“Amar es enamorarse de la misma persona todos
los días, sin hacer antigüedad, evitando la monotonía”
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